lunes, 14 de junio de 2010

Garlet

Cuando me sorprende el fuego del ocaso
Y deshacen en doradas escarlatas las nubes altas
Pienso: ¡OH que tierna eres! ¡Y enigmáticamente bella además!
Tras abrir el catedral del silencio
Y susurrarle el destino al oído.

Tu mirada se pierde en el horizonte,
En el rosedal de las sombras
De golpes de las hojas de otoño
Con el viento dorado traslúcido de la piel.

En la mesa, se incendia en auroras el mantel persa,
Mientras lo sostiene el albino de tus manos
Tras la línea del cielo, de la luz
Y la fragilidad de los sueños
Y de las cosas que veo.

Y tus labios violeta queda
Y el manto en tu piel
Reflejo fiel de la vida
¡OH mi bella majestuosa!

Parece que mi pena
Volcara en tus ojos
Un perfume de oasis
De silencios melancólicos.

Y mis secretos fueran tiritando
Tu traje rosa y verde
Del cielo crepuscular
Que el sol acaricia…